Ya han pasado dos años desde que terminé viviendo sola en una isla desierta. Entonces, un día, un hombre se enganchó con mi caña de pescar. [???] – Lo atrapé el octavo día del quinto año. – Altura: 183 cm, Peso: 74 kg. – Cabello plateado, increíblemente guapo. …Y así, sin más, quedó registrado en mi «enciclopedia de peces». Pero resulta que… ¡es el protagonista masculino (y un tipo terrible) de la novela que me encantó! ¡Si me involucro con este hombre, mi futuro se convertirá en una pesadilla carcelaria! Pero entonces… «No. Me niego. Cuando me salvaste, no me pediste permiso, ¿y ahora quieres echarme? Asume la responsabilidad». «Quiero decir, asumo la responsabilidad… ¡enviándote de vuelta sano y salvo!» «Ah, me equivoqué. Lo que quería decir era: ya que me salvaste, debo corresponder a tu amabilidad. Soy bastante hábil con el trabajo físico. Por favor, ordéname que haga lo que necesites». Este hombre insiste en quedarse a mi lado para «asumir la responsabilidad». ¡No, en serio! ¡No necesito tu gratitud! ¡Márchate! ¡No quiero involucrarme contigo!